Momentos de gran valor

 Luis exploró en mi personalidad, con una piqueta, quizás algo grande. ¡¡Que daño!! Picó y repicó en las paredes de mi vida.

-Idiota, tú eres un idiota. Sabes…

Luis me acababa de describir de arriba abajo a la perfección, caminaba lentamente, giraba con suavidad su cabeza, tratando de no perder de vista, mi estupefacta imagen. Sus músculos de la cara, en tensión dejaban ver las ganas que tenia de al fin ponerme en esa situación. De sentirse, a partir de ese momento un ser superior. Miembro según comunicaban sus señales, de un clan muy importante en este camino.

Esta situación, seguro que ha habido otras en mi vida, seguro que ya se han dado más de una y he dejado pasar también, (mal) y pasar. Mal muy mal.

Es en este momento donde quiero parar el tren y no apearme definitivamente de el, pero si reviso de donde viene, a lo mejor hay que cambiar de tren. Esa es la excusa frente a esta situación, silencio, no muevas nada.

Con un cáncer diagnosticado, no quiero en este momento caer en la tentación de escribir unas memorias seguramente con poco interés en esta situación.

Quisiera a través del pensamiento y la reflexión evocar distintas puertas de mi vida y tratar de sacar de ellas lo mejor para transmitirlo a través de estos pensamientos y si se puede dar sentido a tanta soledad de niño, a tanto silencio, pues estaría fantástico.

Realmente me siento idiota.     

No he tenido una reacción contra Luis personalmente. Ha sacado de la caja de los truenos toda una serie de actitudes reales que estando escondidas tapaban ya desde niño la realidad de mi vida.

La verdadera personalidad.

Todos los elementos que desde mi infancia estaban dando las pautas a mis comportamientos, actitudes etc.

Necesariamente me retrotraigo en el tiempo, buscando una explicación, una razón a una personalidad en una actuación caótica.

No obstante no tengo claro,  que en el fondo, desde mi más tierna infancia, esté buscando fuera de mi al responsable de mi crecimiento personal.

Casi siempre que saco este tema voy a un punto de la historia y este es mi abuelo Miguel.

Sé con certeza, que cuando murió,  mi mamá, su hija, que tenía 7 años a continuación tuvieron que emigrar a Francia carretera arriba, (desde Montoro) al exilio.

Ya este hecho, tal cual, es suficientemente fuerte para marcar un carácter, una personalidad, no soy de los que se abrigan con ello, pero creo firmemente que las vivencias de nuestros antepasados, si marcan, imprimen carácter en nuesra historia, en nuestra vida. 

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