Atardecer
Nubes grises, nubes blancas...
iluminadas...
por la potente luz del sol...
Tu vida... la mía...
a veces gris... a veces blanca
otras, las menos, a ser sincero,
negros nubarrones...
Tus manos, mis manos...
finas, suaves, de ligeros dedos
que bullen con presteza, en el ansia
de señalarlo todo...
con la sensación de flotar en el aire,
buscando donde sujetarse...
donde asir su vida...
Que se pierde entre las yemas
al final del día agotados…
buscando el descanso...
se recogen en la palma,
se cierran unos sobre otros
y a esperar el nuevo día...
Mis manos, tus manos...
Recias y curtidas...
mensajeras en sus arrugas...
de miles de sufrimientos...
Esfuerzos vanos y no tan vanos...
se lee en tus líneas.
el ansia de amar...
en la aspereza de tu piel
la necesidad de ser querido...
y en el afán cotidiano...
de querer poseer...
de tener entre sus dedos…
la vida...
tu vida...
que se encuentra en la caricia.
Y siempre al atardecer...
cuando parece que todo está más gris,
que todo pierde el color...
irrumpe el sol con fuerza,
en un supremo intento de decir...
-no todo es gris-
y con su voz potente,
inunda de tonos salmón y rojo
la vida, donde parecía que no la había...
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